Un caballo
relincha fuertemente cuando se abre la compuerta del galpón en el que se encuentra
Darío Hramatov. Quien le está dando de comer personalmente como acostumbra los
domingos de cada semana a la mañana.
Se muestra
alerta. Piensa; <<”¿Quién puede molestarme en este momento?”>>
Es uno de
los pocos recreos que tiene en medio de sus obligaciones como gobernador de
Provincia Nordoccidental así como también con su familia. La persona que entra,
con sus pantalones oscuros, camisa blanca, saco gris y sus botas mojadas por la
lluvia torrencial que azota la ciudad de Hramatovich, es su secretario privado,
Naklos Roulev. Quien, ante todo, pide disculpas por interrumpir el recreo del
soberano provincial.
Dario,
fiel a sus modos mesurados y templados, saluda cortésmente a su ayudante no sin
antes señalar la falta al molestarlo en su tiempo libre. Luego le pregunta qué urgencia lo ha
transportado a su estancia; -”¿Una catástrofe climática? ¿Un conflicto entre
familias?”-
Naklos
responde que se trata de una noticia urgente de la Ciudad Capital. La misma se
encuentra contenida en un sobre que el secretario del gobernador, por
cuestiones de mando, formalidad y jerarquía, no se atrevió a abrir.
El
gobernador abre el sobre, cerrado con un sello de cera cuya ilustración es la
insignia de la familia imperial Kamarov. Conformada por un caballo salvaje en movimiento
a los pies de una pirámide donde se inscribe la letra K rodeada de dos
laureles. Todo en color dorado. Se trata, a priori, de un asunto de Estado.
La mente
de Darío pasa del rubro de asuntos internos provinciales a los asuntos de
carácter nacional e imperial para seguirse preguntando el porqué de la
correspondencia; <<¿Una convocatoria a una reunión entre el emperador
Martin, el Consejo de ministros y los gobernadores, acaso? ¿Un
nuevo casamiento en la familia imperial?>> Piensa.
Ya el
hecho de que se tratara de una noticia de la capital le genera una inquietud
inusual a Dario. Quien es conocido inter pares y en todo el mundo político
mongol por su perfil bajo y las raras veces que ha viajado a Ulan Bator o a
cualquier parte fuera del territorio que gobierna en tiempos de paz. Para el,
más allá de lo buena o mala que pudiera ser la información, mientras estuviera
la posibilidad de evitar tener que transportarse al centro polìtico y situarse
cerca de las continuas intrigas que tienen lugar allí, mejor.
No
obstante, el carácter de la carta, además de la noticia, le resulta sorpresiva
y trágica. La misma, escrita a puño y letra por el emperador, dice lo
siguiente:
Ulan
Bator, Sábado 16 de Agosto de 1868
De Su
Majestad Imperial al Gobernador de Provincia Nordoccidental:
“Querido
amigo, lamento informarte en esta oportunidad, luego de tanto tiempo sin
comunicarnos, con la mayor tristeza y desconsuelo, que en el día de ayer el
primer ministro, nuestro compañero Eustan Golinger, ha sido asesinado en un
atentado terrorista. Este evento trágico sucedió a la salida del Teatro Roman
de la ciudad de Westerveld. El atentado se llevó a cabo mediante la explosión
de una bomba instalada en un carro que se cruzó en el camino del transporte en
el que estaba Eustan. Además de la pérdida de nuestro amigo, también han
perecido unas quince personas más. Esto es un hecho gravísimo que, además de
provocar la pérdida, planeada por parte de grupos que evidentemente buscan
desestabilizar al Imperio, de una figura ejemplar, un pro-hombre vital para el
buen desarrollo del gobierno, también rompe con largos años de paz interna. Va
a provocar sin dudas un gran vacío en la administración y una crisis política.
Todavía no tengo ninguna certeza sobre quien o quienes han sido los causantes
del asesinato. Los pocos informes del consejero de Interior Kelvin Mayorga y de
Información, Magnar Sarkis, presentan un escenario confuso. Pueden haber sido
los unitarios, los republicanos, el imperio chino o el japonés, o peor, alguien
de las entrañas del partido imperial. No obstante, primero tenemos que poner
orden en el gobierno. Hay que cubrir la acefalía nombrando a un sucesor de
amplio consenso, pero a la vez con carácter firme y sentido de autoridad para
esclarecer el crimen y llevar a buen puerto la política de Gobierno.
Es
realmente difícil elegir un candidato a sucederlo. Eustan fue uno de los
hombres más probos y honestos en ocupar el cargo. Los hay. Sin embargo, ningún
postulante posee tantas virtudes para la gobernanza como tú. Me cuesta realizar
este pedido. Sé que no deseas pisar la capital ni aunque te estén amenazando a
punta de pistola. Pero necesito que te hagas cargo. Sin dudas es un momento
difícil. El más difícil desde la guerra con el Imperio chino por las conquistas
de Mongolia exterior y Manchuria. Los diarios del lunes estallarán en noticias
sobre el asesinato de Eustan. Era un personaje muy cercano al pueblo y su
muerte provocará conmoción. Las intrigas están a la orden del día en el
consejo, así como en muchos sectores políticos dentro y fuera del gobierno y el
partido.
Yo me
encuentro con una salud muy debilitada a causa de mi sistitis. Los desgastes al
frente del Imperio no han contribuido a mejorarla. El mismo ha experimentado,
como tú sabes, gracias a nuestras políticas sobre la economía, un crecimiento
considerable que puede verse en la sociedad, el campo y las industrias, así
como en nuestro ejército. No obstante, este hecho amenaza con arruinar muchos
de los cimientos que hemos levantado. A excepción de asuntos de carácter
excepcional como el futuro casamiento de mi hija con la Monarca del Reino
Asociado de Corea, así como otros asuntos más que procederé a explicar cuando
te hagas presente en el Palacio Imperial, delegaré los asuntos internos y parte
de los externos en ti. Serás primer ministro. Una de tus principales tareas,
además de hacer que funcione la maquinaria de decisiones como siempre, será
encabezar la investigación, junto con los consejeros de justicia Eduard Myr, de
Información, Magnar Sarkis, y de Interior, Kelvin Mayorga, y en articulación
con el Tribunal Supremo de Justicia, la comisión investigadora para resolver
quienes fueron los autores físicos e intelectuales del asesinato de Eustan
Golinger. Te garantizo amplios poderes sobre este tema.
Ayer di instrucciones precisas al Consejero de
Información, Magnar Sarkis, para que se dirija a tu pueblo con el fin de
buscarte. Para el momento en el que estás leyendo esto debe encontrarse recién
arribado en el Puerto de Curt. Llegará a Hramatovich en la noche y lo
recibirás. Él te contará desde allí, y durante el viaje, las noticias y datos a
tener en cuenta sobre el consejo y el estado del Gobierno. Un asesoramiento
necesario antes de tu nombramiento como primer ministro. No aceptaré de ninguna
manera un “No” como respuesta.
Te espero
amigo mío. Hace tiempo que no nos vemos
las caras.
Un cordial
saludo.
Martin
Cartan Kamarov (Emperador Martin I)
El
gobernador no salió del shock ni bien pasados unos diez minutos en los que se
le cruzaron por la mente todo tipo de recuerdos que lo unían a Martin y Eustan.
Malos y buenos momentos en los que han compartido sus vidas. Unidas por el
destino de una nación. Al cuarto vaso de agua de pozo que le sirve su
secretario personal Naklos, Darío le encomienda que se dirija con mayor
inmediatez posible al edificio de gobierno con el fin de hacer los preparativos
básicos de emergencia para el recibimiento del consejero de Información. Su
ayudante salió tempestiva y sobreactuadamente al exterior del galpón para
subirse a su caballo y dirigirse a la sede gubernamental. El soberano de
Nordoccidente sale posteriormente. Aún meditabundo, triste y con algo de
conmoción, se sube sobre su estilizado equino gris para ir a comunicar la
noticia a su familia.
* * *
En el
trayecto a lo largo de una de las calles principales de la pequeña ciudad de
Hramatovich, rodeada de casas que van creciendo hasta, a lo sumo, tres pisos de
alto, a medida que se acerca al centro o viceversa a medida que se aleja hacia
la otra punta de la ciudad donde se encuentra su residencia, Darío, mientras
saluda maquinalmente a los pocos ciudadanos que se encuentran en la vía pública
y le reconocen, maldice para sus adentros la situación, maldice a la política,
maldice muchas cosas. La muerte de Eustan, además de ponerlo triste, sin duda
perturba su tranquilidad así como la de la provincia, la nación y el imperio.
Nunca hubiera aceptado un cargo de primer ministro. Se lo ha jurado a sí mismo
y a su familia. Luego de tantos años de guerras y confrontaciones, de tanta
muerte y pena más allá de las victorias que han hecho extender a la
administración imperial hasta el Pacífico, lo que más quiere es la paz. Poder
gobernar en estabilidad esa provincia tan grande luego de tantos años de
divisiones.
Lo peor es
decírselo a su familia y a su gobierno, que lo necesita cerca. Pues este hombre
es elemental para el buen funcionamiento que alcanzó Nordoccidente en materia
de unidad política y desarrollo económico; ¿Qué sería de la provincia luego de
su inexorable partida hacia Ulan Bator? Su hijo mayor, Darren, ¿Sería capaz,
como mandatario provincial interino, de mantener la estabilidad y la reciente
movilidad social ascendente que comienza a ser realidad en un territorio que
décadas atrás estaba marcado por enfrentamientos entre familias influyentes
(entre ellas, la suya) y la fragmentación?
Esas y
muchas otras preguntas asaltan la cabeza de un hombre que no gusta de la
intriga ni lo inesperado así como tampoco de tomar decisiones trascendentales.
El hombre
providencial llega a su casa. Es recibido por su mujer, la rústicamente bella
Langlee Myr de Hramatov, con un beso afectuoso. Al ver el semblante sombrío de
Dario, ella le pregunta qué ha pasado. Él le expresa que recibió una carta de
Su Majestad. Prosigue comentando su contenido. Al escuchar, Langlee entra en
shock, al borde de desmayarse. Sin poder creerlo. Es sostenida por su esposo,
que la reanima y se ofrece a ayudarla para servir la comida, casi en punto, con
el objetivo de que una vez sentados continuará comunicando la encomienda del
emperador al respecto.
La cena
está servida; Guisado de cerdo con arroz, verduras y especias. El comedor y la
sala de los Hramatov son amplios como el resto de la residencia. Aunque, esta
última, es pequeña en comparación con la de otros pares. Dominada por un estilo
rústico, de acuerdo a la idiosincrasia de la provincia que gobierna el mandatario,
pero sin perder el rastro de distinción con cuadros al óleo de paisajes de
Nordoccidente, el emperador y el Imperio. El gobernador, una vez sentado,
prosigue con la oración de gracias a su dios ortodoxo acompañado de su mujer y
sus cuatro hijos; Darren, Elan, Taiana y Tundra. Comienzan a alimentarse.
Darío, luego tomar un vaso de vino de los viñedos de Dragone, sin haber comido
más de un par de bocados, procede a explicar a su familia lo que le sucedió al
primer ministro y la gravedad de la situación que se ha configurado a partir de
su asesinato. Sin omitir que el escenario que comienza a gestarse lo incluye a
él.
La noticia
de la muerte de Eustan y convocatoria del emperador causa conmoción. Aunque,
sorprendentemente, Langlee, más allá de la angustia y los peligros que implica
que Darío (como cualquier persona) ocupe la Jefatura de Gobierno, lo motiva a
que vaya y encabece las investigaciones en torno al asesinato. Su conmoción es
grande ya que está ligada indirectamente al asesinado ex primer ministro y ex
gobernador de Rublai por medio de su hermana, Lara Myr de Golinger, quien era
su esposa. Los hijos varones, y mayores a la vez, también están acongojados.
Darren, quien ante ello, con seguridad, será nombrado por su padre y por la
asamblea provincial como su reemplazante interino, se siente inquieto por este
giro brusco pero aprueba inexorablemente la convocatoria de Martin. Pero a su
vez, le asegura que estará a la altura de las circunstancias como gobernador
provisional. El resto de sus hijos, como por cadena de mando, y también por la
inevitabilidad de las circunstancias, están en sintonía.
Comieron
como pudieron. Pues la familia se ha vuelto un mar de nervios (?). No obstante,
al almuerzo le siguió una buena infusión de hierbabuena. Ideal para calmar las
ansias (?). Lo suficiente para desestructurar un poco la mente pero sin perder
la noción de la realidad (?). Algo necesario para los preparativos en el
Palacio Gubernamental que debe ir a finalizar Darío, junto con su hijo mayor y
el secretario de Gobierno de cara al encuentro con el consejero imperial de
Información.
* * *
La
tarde-noche se presenta igual de nublada que a lo largo del día. Darío y
Darren, cabalgando sus caballos hacia la sede administrativa provincial, rompen
el duro viento que se cierne a su frente y que domina toda la ciudad. Cuando
llegan al palacio, escoltado en su entrada principal por dos guardias, son
recibidos por el secretario privado, Naklos, y el secretario de Gobierno,
Seguridad e Información Provincial, Galbrarth Parcero. Luego de saludarse, se
adentran al edificio de Gobierno. Más precisamente al salón principal de
reuniones.
El
gobernador y su hijo visten sus trajes militares tradicionales de alto rango.
Darío es, además de lord y gobernador, general mayor de la división imperial
armada de Nordoccidente. Pues es un soberano con autoridad tanto política como
militar sobre su territorio. Darren es, además de prefecto de la Municipalidad
de Hramatovich, capitán de la regimiento de seguridad local.
Media hora
después de haber iniciado el encuentro, en medio de una charla informal sobre
los lineamientos de la administración luego de la partida del todavía
gobernador, una carroza roja con la insignia imperial, movilizada por su chofer
con la fuerza de dos caballos, arriba a la austera entrada del palacio. Magnar
Sarkis, una figura regordeta, semi-calva y ataviada de una gabardina verde
opaco sedosa, importada de lujo del sudeste asiático, sombrero de copa redonda,
elegantes pantalones grises y zapatos negros, es recibido por los mayordomos y
Naklos. Un exótico heraldo del destino se acerca a Darío Hramatov.