jueves, 4 de febrero de 2016

Capítulo I: Un magnicidio



Bandera de la Provincia Nordoccidental 

Un caballo relincha fuertemente cuando se abre la compuerta del galpón en el que se encuentra Darío Hramatov. Quien le está dando de comer personalmente como acostumbra los domingos de cada semana a la mañana.
Se muestra alerta. Piensa; <<”¿Quién puede molestarme en este momento?”>>
Es uno de los pocos recreos que tiene en medio de sus obligaciones como gobernador de Provincia Nordoccidental así como también con su familia. La persona que entra, con sus pantalones oscuros, camisa blanca, saco gris y sus botas mojadas por la lluvia torrencial que azota la ciudad de Hramatovich, es su secretario privado, Naklos Roulev. Quien, ante todo, pide disculpas por interrumpir el recreo del soberano provincial.
Dario, fiel a sus modos mesurados y templados, saluda cortésmente a su ayudante no sin antes señalar la falta al molestarlo en su tiempo libre.  Luego le pregunta qué urgencia lo ha transportado a su estancia; -”¿Una catástrofe climática? ¿Un conflicto entre familias?”-
Naklos responde que se trata de una noticia urgente de la Ciudad Capital. La misma se encuentra contenida en un sobre que el secretario del gobernador, por cuestiones de mando, formalidad y jerarquía, no se atrevió a abrir.
El gobernador abre el sobre, cerrado con un sello de cera cuya ilustración es la insignia de la familia imperial Kamarov. Conformada por un caballo salvaje en movimiento a los pies de una pirámide donde se inscribe la letra K rodeada de dos laureles. Todo en color dorado. Se trata, a priori, de un asunto de Estado.
La mente de Darío pasa del rubro de asuntos internos provinciales a los asuntos de carácter nacional e imperial para seguirse preguntando el porqué de la correspondencia; <<¿Una convocatoria a una reunión entre el emperador Martin, el Consejo de ministros y los gobernadores, acaso? ¿Un nuevo casamiento en la familia imperial?>>  Piensa.
Ya el hecho de que se tratara de una noticia de la capital le genera una inquietud inusual a Dario. Quien es conocido inter pares y en todo el mundo político mongol por su perfil bajo y las raras veces que ha viajado a Ulan Bator o a cualquier parte fuera del territorio que gobierna en tiempos de paz. Para el, más allá de lo buena o mala que pudiera ser la información, mientras estuviera la posibilidad de evitar tener que transportarse al centro polìtico y situarse cerca de las continuas intrigas que tienen lugar allí, mejor.
No obstante, el carácter de la carta, además de la noticia, le resulta sorpresiva y trágica. La misma, escrita a puño y letra por el emperador, dice lo siguiente:
                                                                                 
                                                                                      Ulan Bator, Sábado 16 de Agosto de 1868
De Su Majestad Imperial al Gobernador de Provincia Nordoccidental:
“Querido amigo, lamento informarte en esta oportunidad, luego de tanto tiempo sin comunicarnos, con la mayor tristeza y desconsuelo, que en el día de ayer el primer ministro, nuestro compañero Eustan Golinger, ha sido asesinado en un atentado terrorista. Este evento trágico sucedió a la salida del Teatro Roman de la ciudad de Westerveld. El atentado se llevó a cabo mediante la explosión de una bomba instalada en un carro que se cruzó en el camino del transporte en el que estaba Eustan. Además de la pérdida de nuestro amigo, también han perecido unas quince personas más. Esto es un hecho gravísimo que, además de provocar la pérdida, planeada por parte de grupos que evidentemente buscan desestabilizar al Imperio, de una figura ejemplar, un pro-hombre vital para el buen desarrollo del gobierno, también rompe con largos años de paz interna. Va a provocar sin dudas un gran vacío en la administración y una crisis política. Todavía no tengo ninguna certeza sobre quien o quienes han sido los causantes del asesinato. Los pocos informes del consejero de Interior Kelvin Mayorga y de Información, Magnar Sarkis, presentan un escenario confuso. Pueden haber sido los unitarios, los republicanos, el imperio chino o el japonés, o peor, alguien de las entrañas del partido imperial. No obstante, primero tenemos que poner orden en el gobierno. Hay que cubrir la acefalía nombrando a un sucesor de amplio consenso, pero a la vez con carácter firme y sentido de autoridad para esclarecer el crimen y llevar a buen puerto la política de Gobierno.
Es realmente difícil elegir un candidato a sucederlo. Eustan fue uno de los hombres más probos y honestos en ocupar el cargo. Los hay. Sin embargo, ningún postulante posee tantas virtudes para la gobernanza como tú. Me cuesta realizar este pedido. Sé que no deseas pisar la capital ni aunque te estén amenazando a punta de pistola. Pero necesito que te hagas cargo. Sin dudas es un momento difícil. El más difícil desde la guerra con el Imperio chino por las conquistas de Mongolia exterior y Manchuria. Los diarios del lunes estallarán en noticias sobre el asesinato de Eustan. Era un personaje muy cercano al pueblo y su muerte provocará conmoción. Las intrigas están a la orden del día en el consejo, así como en muchos sectores políticos dentro y fuera del gobierno y el partido.
Yo me encuentro con una salud muy debilitada a causa de mi sistitis. Los desgastes al frente del Imperio no han contribuido a mejorarla. El mismo ha experimentado, como tú sabes, gracias a nuestras políticas sobre la economía, un crecimiento considerable que puede verse en la sociedad, el campo y las industrias, así como en nuestro ejército. No obstante, este hecho amenaza con arruinar muchos de los cimientos que hemos levantado. A excepción de asuntos de carácter excepcional como el futuro casamiento de mi hija con la Monarca del Reino Asociado de Corea, así como otros asuntos más que procederé a explicar cuando te hagas presente en el Palacio Imperial, delegaré los asuntos internos y parte de los externos en ti. Serás primer ministro. Una de tus principales tareas, además de hacer que funcione la maquinaria de decisiones como siempre, será encabezar la investigación, junto con los consejeros de justicia Eduard Myr, de Información, Magnar Sarkis, y de Interior, Kelvin Mayorga, y en articulación con el Tribunal Supremo de Justicia, la comisión investigadora para resolver quienes fueron los autores físicos e intelectuales del asesinato de Eustan Golinger. Te garantizo amplios poderes sobre este tema.
 Ayer di instrucciones precisas al Consejero de Información, Magnar Sarkis, para que se dirija a tu pueblo con el fin de buscarte. Para el momento en el que estás leyendo esto debe encontrarse recién arribado en el Puerto de Curt. Llegará a Hramatovich en la noche y lo recibirás. Él te contará desde allí, y durante el viaje, las noticias y datos a tener en cuenta sobre el consejo y el estado del Gobierno. Un asesoramiento necesario antes de tu nombramiento como primer ministro. No aceptaré de ninguna manera un “No” como respuesta.
Te espero amigo mío.  Hace tiempo que no nos vemos las caras.
Un cordial saludo.
Martin Cartan Kamarov (Emperador Martin I)
El gobernador no salió del shock ni bien pasados unos diez minutos en los que se le cruzaron por la mente todo tipo de recuerdos que lo unían a Martin y Eustan. Malos y buenos momentos en los que han compartido sus vidas. Unidas por el destino de una nación. Al cuarto vaso de agua de pozo que le sirve su secretario personal Naklos, Darío le encomienda que se dirija con mayor inmediatez posible al edificio de gobierno con el fin de hacer los preparativos básicos de emergencia para el recibimiento del consejero de Información. Su ayudante salió tempestiva y sobreactuadamente al exterior del galpón para subirse a su caballo y dirigirse a la sede gubernamental. El soberano de Nordoccidente sale posteriormente. Aún meditabundo, triste y con algo de conmoción, se sube sobre su estilizado equino gris para ir a comunicar la noticia a su familia.
*  *  *
En el trayecto a lo largo de una de las calles principales de la pequeña ciudad de Hramatovich, rodeada de casas que van creciendo hasta, a lo sumo, tres pisos de alto, a medida que se acerca al centro o viceversa a medida que se aleja hacia la otra punta de la ciudad donde se encuentra su residencia, Darío, mientras saluda maquinalmente a los pocos ciudadanos que se encuentran en la vía pública y le reconocen, maldice para sus adentros la situación, maldice a la política, maldice muchas cosas. La muerte de Eustan, además de ponerlo triste, sin duda perturba su tranquilidad así como la de la provincia, la nación y el imperio. Nunca hubiera aceptado un cargo de primer ministro. Se lo ha jurado a sí mismo y a su familia. Luego de tantos años de guerras y confrontaciones, de tanta muerte y pena más allá de las victorias que han hecho extender a la administración imperial hasta el Pacífico, lo que más quiere es la paz. Poder gobernar en estabilidad esa provincia tan grande luego de tantos años de divisiones.
Lo peor es decírselo a su familia y a su gobierno, que lo necesita cerca. Pues este hombre es elemental para el buen funcionamiento que alcanzó Nordoccidente en materia de unidad política y desarrollo económico; ¿Qué sería de la provincia luego de su inexorable partida hacia Ulan Bator? Su hijo mayor, Darren, ¿Sería capaz, como mandatario provincial interino, de mantener la estabilidad y la reciente movilidad social ascendente que comienza a ser realidad en un territorio que décadas atrás estaba marcado por enfrentamientos entre familias influyentes (entre ellas, la suya) y la fragmentación?
Esas y muchas otras preguntas asaltan la cabeza de un hombre que no gusta de la intriga ni lo inesperado así como tampoco de tomar decisiones trascendentales.
El hombre providencial llega a su casa. Es recibido por su mujer, la rústicamente bella Langlee Myr de Hramatov, con un beso afectuoso. Al ver el semblante sombrío de Dario, ella le pregunta qué ha pasado. Él le expresa que recibió una carta de Su Majestad. Prosigue comentando su contenido. Al escuchar, Langlee entra en shock, al borde de desmayarse. Sin poder creerlo. Es sostenida por su esposo, que la reanima y se ofrece a ayudarla para servir la comida, casi en punto, con el objetivo de que una vez sentados continuará comunicando la encomienda del emperador al respecto.
La cena está servida; Guisado de cerdo con arroz, verduras y especias. El comedor y la sala de los Hramatov son amplios como el resto de la residencia. Aunque, esta última, es pequeña en comparación con la de otros pares. Dominada por un estilo rústico, de acuerdo a la idiosincrasia de la provincia que gobierna el mandatario, pero sin perder el rastro de distinción con cuadros al óleo de paisajes de Nordoccidente, el emperador y el Imperio. El gobernador, una vez sentado, prosigue con la oración de gracias a su dios ortodoxo acompañado de su mujer y sus cuatro hijos; Darren, Elan, Taiana y Tundra. Comienzan a alimentarse. Darío, luego tomar un vaso de vino de los viñedos de Dragone, sin haber comido más de un par de bocados, procede a explicar a su familia lo que le sucedió al primer ministro y la gravedad de la situación que se ha configurado a partir de su asesinato. Sin omitir que el escenario que comienza a gestarse lo incluye a él.
La noticia de la muerte de Eustan y convocatoria del emperador causa conmoción. Aunque, sorprendentemente, Langlee, más allá de la angustia y los peligros que implica que Darío (como cualquier persona) ocupe la Jefatura de Gobierno, lo motiva a que vaya y encabece las investigaciones en torno al asesinato. Su conmoción es grande ya que está ligada indirectamente al asesinado ex primer ministro y ex gobernador de Rublai por medio de su hermana, Lara Myr de Golinger, quien era su esposa. Los hijos varones, y mayores a la vez, también están acongojados. Darren, quien ante ello, con seguridad, será nombrado por su padre y por la asamblea provincial como su reemplazante interino, se siente inquieto por este giro brusco pero aprueba inexorablemente la convocatoria de Martin. Pero a su vez, le asegura que estará a la altura de las circunstancias como gobernador provisional. El resto de sus hijos, como por cadena de mando, y también por la inevitabilidad de las circunstancias, están en sintonía.
Comieron como pudieron. Pues la familia se ha vuelto un mar de nervios (?). No obstante, al almuerzo le siguió una buena infusión de hierbabuena. Ideal para calmar las ansias (?). Lo suficiente para desestructurar un poco la mente pero sin perder la noción de la realidad (?). Algo necesario para los preparativos en el Palacio Gubernamental que debe ir a finalizar Darío, junto con su hijo mayor y el secretario de Gobierno de cara al encuentro con el consejero imperial de Información.
*  *  *
La tarde-noche se presenta igual de nublada que a lo largo del día. Darío y Darren, cabalgando sus caballos hacia la sede administrativa provincial, rompen el duro viento que se cierne a su frente y que domina toda la ciudad. Cuando llegan al palacio, escoltado en su entrada principal por dos guardias, son recibidos por el secretario privado, Naklos, y el secretario de Gobierno, Seguridad e Información Provincial, Galbrarth Parcero. Luego de saludarse, se adentran al edificio de Gobierno. Más precisamente al salón principal de reuniones.
El gobernador y su hijo visten sus trajes militares tradicionales de alto rango. Darío es, además de lord y gobernador, general mayor de la división imperial armada de Nordoccidente. Pues es un soberano con autoridad tanto política como militar sobre su territorio. Darren es, además de prefecto de la Municipalidad de Hramatovich, capitán de la regimiento de seguridad local.

Media hora después de haber iniciado el encuentro, en medio de una charla informal sobre los lineamientos de la administración luego de la partida del todavía gobernador, una carroza roja con la insignia imperial, movilizada por su chofer con la fuerza de dos caballos, arriba a la austera entrada del palacio. Magnar Sarkis, una figura regordeta, semi-calva y ataviada de una gabardina verde opaco sedosa, importada de lujo del sudeste asiático, sombrero de copa redonda, elegantes pantalones grises y zapatos negros, es recibido por los mayordomos y Naklos. Un exótico heraldo del destino se acerca a Darío Hramatov.

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Mapa del Estado Imperial de Nueva Mongolia. Parte del Imperio Mongol que comprende la parte neuralgica de Imperio del que forman parte también el territorio Uigur (Turkestan Oriental) Mongolia Exterior, Manchuria y Corea


Este blog lo abrí hace unos años para intentar plasmar un proyecto en el cual he venido trabajando desde hace años: Una resignificación de la historia de Mongolia. Mas bien, un revisión adulterada de la Historia contemporanea de ese país.

¿Qué es lo que me motivo para seguir adelante con esta idea completamente inviable? No se, todavía lo ando consultando con mi subconsciente. Lo cierto es que, en los últimos años, he logrado mas o menos salir del plano abstracto para aterrizar, mas o menos, a lo concreto. Lo que comenzó siendo un gran trazo de la imaginación a partir de la invención de datos y estadísticas que atraviesan desde una ficticia independencia de Mongolia que la liberó del dominio imperial chino hasta la actual transición democrática y que comprenden dos siglos y pico (XIX, XX y XXI) terminó plasmándose en la elaboración de una suerte de novela que comprende un periodo particularmente álgido de esta Historia:1868-1873. Un periodo en el cuál el entonces Estado Imperial mongol, que había emergido doce años antes del comienzo de la historia que pienso contar, entra en crisis a causa de pujas y luchas internas. Conflictos que estaban dormidos. Que existen desde antaño pero que vuelven a la superficie luego del desencadenamiento de eventos determinados.

Este proyecto aún se encuentra inconcluso, apenas voy por el primero de muchos volumenes, pero a través de este medio comenzaré a subir capítulo por capítulo de esta pseudonovela que cuenta la historia de personas y movimiento que integran un Imperio y un partido hegemónico en un país que existe pero que a la vez es ficticio.